Como tenebrosa noche
como viento y tempestad
como relámpago vivo
como puñal, que no acaba de matar.
Como dardo envenenado
que penetra traicionero
como frio que se cuela
y que estremece mi cuerpo.
Como lacras de la carne
por mil cánceres comía
como veneno a mi sed
me viene la pena mía.
Quiero que salten las sogas
que amarran mi cuerpo y alma
quiero volar porque se
que detrás tengo dos alas.
Quiero que clamen los cielos
lo mismo que clamo yo
que arrancan sangre los dardos
que lleva mi corazón.
Quiero arrancarle a la tierra
con mis manos la esperanza
está sembrada entre espinos
entre alambradas y zarzas.
Aunque en el empeño pierda
parte de la vida mía
yo quiero tener mi parte
de felicidad un día.
Yo quiero gritarle al mundo
que me rebelo y que siento
que no soy pluma ni arena
que pueda llevarse al viento.
Que tengo sangre en las venas
y gritos en mi garganta
fuerza en mis manos de hembra
para arañar en las piedras.
Yo ganare la batalla.
De una flor tan escasa
Una hojita de amor y de ternura,
de una flor tan escasa como el tiempo
que nos dan al venir a esta locura,
quisiera que brotara de mi tiesto.
Una hojita, no más, que acariciara
con el suave temblor de terciopelo,
cuando dolida, triste y derrotada,
buscara su contacto con mis dedos.
Una tierna mirada en esos ojos
en los que deposite todo mi anhelo,
darían a mis sombras claridad
para encontrar la rosa de los vientos.
Si una estrella se posara en mi ventana
alumbrando los huecos del silencio,
cambiaria esta noche interminable
por el rayo de luz de mis deseos.
Entonces yo sería una princesa
vestida con la luna de sus besos,
no la triste y dolida Cenicienta
sin más que un estropajo entre los dedos.
Si una hojita, una estrella, una mirada,
pudiera yo sentir de quien mas quiero…
no seria yo, quien de madrugada,
empuña dolorida un lapicero.
Seria tan feliz durmiendo al fin,
mecida entre los brazos de Morfeo.