Soy esa hierbita verde
a la orilla del camino,
que el caminante de siempre,
pisa adrede, por dañino.
Que pudiéndolo evitar,
me aplasta constantemente,
desgastando mi raíz,
para causarme la muerte.
Si yo fuera caminante
iría por la veredita,
respetando de la orilla
las flores y las ramitas.
Pero como hierba soy
tengo que aguantar la ira,
del que daña por dañar,
sin respeto hacia la vida.
Ay, qué pena ser ramita
a merced del caminante,
temiendo ser aplastada
por la bilis del gigante.
Rama u hombre, ¿Qué más da?
Hay algo más importante,
ir por el camino recto
sin causar penita a nadie.
Ese hombre que me ofende
luego ha de necesitarme,
soy parte de la cadena,
con la que ha de alimentarse.
Hierba y hombre…
forman un mismo destino,
han de encontrarse sus genes
en un cruce del camino.