Una me das de cal Señor y otra de arena,
no me dejas tocar ni Sol ni Luna,
no me dejas pisar cielo ni tierra,
tan pronto soy certeza como duda.
Y aquí me tienes hoy llorando,
pidiéndote que acabe ésta locura,
las riendas se me van y estoy temblando,
del todo se ausenta la cordura.
Yo trato de ser útil cada día
estando aquí en mí puesto de vigía,
y no logro, me estrello con la vida.
No es mi culpa que yo no sea perfecta,
tan sólo soy tu humilde criatura.
Me has hecho de retazos de mil sueños
y vuela mi mente por la altura
huyendo de esta guerra sin sentido,
que estalla a mis pies constantemente
rompiéndome la cuna.
No acierto a saber que es lo que quieres
y así me debato en mar de dudas,
me concedes fugazmente la alegría
y al instante me matas de amargura.
Me fustigas con un viento huracanado,
me calcinas con un sol de calentura,
Tú me hielas con un frío desatado,
ahogándome en un mar de blanca espuma.
Dale un respiro a mi vida sin sentido,
¡Ayúdame! que no encuentro la salida…
No resisto tan inútil sacrificio.
Si me quieres… ¡Déjame sola en la orilla!
Quiero vivir solitaria en mi rincón,
sin que nadie maneje ya mis hilos…
No quiero ser marioneta de salón, ni carnaza de fogón.
¡Quiero volver a ser yo! a mi modo y a mi estilo.
Porque yo me necesito.