Sabiendo que Dios devuelve,
lo que das multiplicao,
por lo que tu me estás dando
así, ya estás condenao.
Me has dado viento y marea,
sequedad, angustia y llanto,
deja ya de regalarme,
no creo merecer tanto.
Deja un poquito pa tí
de tu propia medicina
y bébela lentamente,
verás que es canela fina.
Verás como cuando entra,
se te abrasan las entrañas,
se te quema el corazón
y se te congela el alma
Sentirás que aflora el llanto
y se te caen las pestañas,
tanta pena sentirás
que hasta volverás la espalda.
Como yo debí volverla
cuando empezaste a dañarme
aquel primero de Mayo
para mí, de luto y de sangre.
Siempre odiaste en mí la risa
y mi alegría interior,
cambiando con malas artes
aquella gracia, en dolor.
Y por cambiarme, cambiaste
la vida que te esperaba,
pudiste ser tan dichoso
y a cambio, ¿qué tienes? … Nada.
Y nada tendrás ahora
cuando me marche mañana,
tan solo esa soledad
que tienes tan bien ganada.
Yo me voy a respirar
donde no me duela el alma.