En esa encrucijada de la vida,
en que se tienen dudas…
si se es niño, si se es viejo,
si fuimos quien quisimos o si todo lo vivido fue una burla,
perdemos de repente lo logrado,
pues todos meten mano en nuestra alforja.
No importan las batallas que libramos,
ni cuentan los sueños que tuvimos,
no siempre estos sueños alcanzamos,
y algunas batallas las perdimos.
Luchamos con denuedo, porque ellos,
tuvieran un destino muy distinto.
Hubo belleza, sacrificio, esfuerzo, desmesura,
doblegamos ímpetus torcidos,
surgimos de la nada, de una época oscura,
nos forjaron recios, a golpe de martillo,
carecimos de tanto que hoy les sobra,
sin por ello perder nuestra ternura.
No somos ignorantes, decrépitos, deshecho,
somos: quienes les dimos vida,
que bajo esta piel que pierde la tersura,
aún hay savia, un corazón que late,
amor que en juventud se almacenó,
y que ansía entregarse todavía.
Aunque tiemble la voz, se quejen los huesos,
nos hieran los ruidos,
el alma inmortal, alienta en cada recoveco,
en cada suspiro,
hay un mar de vida mientras hay latido,
que no están tan muertos, los cinco sentidos.
En esa encrucijada de la vida,
en que te llaman viejo,
y a veces nos tratan como a niños,
vamos en pos de ese beso que no llega,
no encontramos esa mano que buscamos,
cuando más necesitamos de cariño.