Amanezco de luna y me cubro de espigas.
Camino por la grava y sueño con espuma. De mar, de caracolas.
No controlo mis pasos y mi mente desbarra
y grito y me desbordo
y siento mis latidos
y paso, cómo sombra;
palpo que otros sueños,
perfumaron el tiempo que estoy atravesando
y dejaron sus huellas,
por los rincones cálidos,
dónde mis pies, hoy vivos,
dónde mis pies cansados,
repitiendo el presente
pasan a ser pasado.
Rozo pisadas viejas y respiro caliente
alientos suspendidos, que en trasiego de vientos
no murieron a tiempo.
Y los siento en mi sangre,
de almas que pasaron,
fundidas a mi cuerpo.
El tiempo es una rueda,
del todo no se muere,
tan sólo se renueva.