Era todo un ganador,
un tío valiente en la vida,
conseguía alcanzar
cuanto se proponía.
Un perfecto vividor,
le fascinaba la vida,
se enamoraba de todo
y todos quien conocía.
«Todo lo que se proponía»
o la gente eso creía,
pues fracasó en el amor,
ahí fue pura cobardía.
A esos amores contados,
que despiertan tu armonía,
nunca les hizo saber
lo que por ellos sentía.
A ellas por fruta prohibida,
pues Romeo ya tenían.
Y a ellos, porque eran ellos,
por no complicarles la vida.
En alguna ocasión sucedió,
y de quien menos esperaba,
como de hembra se encapricho
simpatizando con su alma.
Nunca entendió esa atracción,
pues carne no deseaba,
pero en la cesta de frutas
algún fruto se colaba,
produciendo la misma química
que otras hembras activaban,
que con su sola presencia,
el alma se le endulzaba.
Tal vez tenga otro nombre,
puede ser q fuera amor.
No obstante se lo negó,
fue un sacrificio de falsa hombría
y espero paciente al amor
del sexo que convenía.
Mas nunca llegó esa pasión
y vivió sin compañía,
pues aquellos amores de niño
no se reproducían.
Tal vez puso alto el listón,
para poco que ofrecía,
o quizás solo firmaba sentir
sensaciones parecidas
a cuando realmente amó,
cuando el alma era más limpia.
O tal vez fue el comparar
lo mas dulce de su vida;
El beso que le robó
a una niña prometida,
pues por ese beso midió,
los del resto de su vida.