Si toda la ternura de mi sangre no logró ablandar tu pétreo muro,
es que no fuí la hembra de tu carne, ni el suspiro de tu pecho,
ni la luz de tu camino.
Yo era rayo de sol cuando buscabas tormenta,
era brizna de caricia cuando tú pedías herida,
yo era granito de trigo regalo perfumado de inocencia
mientras clamabas a gritos que emborracharte querías.
Emborracharte de mí, pero de mala manera,
por eso no consentí ser tu juego, ni por rodar tu moneda.
Me fuí apartando de tí, lentamente… con el transcurso del tiempo,
hasta llegar a morir, matando cada rincón, donde anida el sentimiento.
Despacito, despacito, despacito, con cuchillos de rutina fue recortando
mis alas.
Despacito, despacito, despacito, para no matar de golpe la ternura
que me ahogaba
Despacito, despacito, despacito, hasta que no quedo nada.
Tan despacito que yo… me borre en la madrugada.
De ser fuente pase a ser una gotita de agua.
Sin querer, de ser fuente pase a ser una gotita de agua.