Llégate lluvia a mi
y barre con tu frescor
lo triste y árido de mi vida,
que tus gotas de rocío
me abran nuevas mañanas,
que tu torrente invada mi interior,
haciendo reverdecer lo seco de mi existencia,
que la humedad del amor,
-donde también cabe el llanto-
moje tanta, tanto y tanto
que cale mi corazón.
No dejes lluvia divina
que me borren del camino
sin estar en posesión
de un solo instante de amor.
Si mi corazón es grande,
si clara mi inteligencia,
si miro al mundo de frente
y me doy sin recibir…,
¡Qué quieres Señor de mi?
Si cuando cierro mis manos
Te has olvidado de mi.
A lo largo del camino,
durante todo este tiempo,
tan solo encontré migajas,
dame un trocito de amor
que es justo lo que no tengo.